1. PONER AL ALUMNO Y SU APRENDIZAJE EN EL CENTRO
DEL PROCESO EDUCATIVO
La educación habilita a los estudiantes para la
vida en su sentido más amplio.
El aprendizaje tiene como objetivo ayudar a las
personas a desarrollar su potencial cognitivo: los recursos intelectuales,
personales y sociales que les permitan participar como ciudadanos activos,
contribuir al desarrollo económico y prosperar como individuos en una sociedad
diversa y cambiante.
Significa ampliar la visión acerca de los
resultados de aprendizaje y el grado de desarrollo de competencias que deben
impulsarse en la escuela y reconocer que la enseñanza es significativa si
genera aprendizaje verdadero.
2. TENER EN CUENTA LOS SABERES PREVIOS DEL
ESTUDIANTE
El docente reconoce que el estudiante no llega al
aula “en blanco” y que para aprender requiere “conectar” los nuevos
aprendizajes con lo que ya sabe, adquirido a través de su experiencia.
Los procesos de enseñanza se anclan en los
conocimientos previos de los estudiantes reconociendo que dichos conocimientos
no son necesariamente iguales para todos. Por ello, el docente promueve que el
estudiante exprese sus conceptos y propuestas, como parte del proceso de
aprendizaje; así se conocen las habilidades, actitudes y valores de los
estudiantes para usarlos como punto de partida en el diseño de la clase.
La planeación de la enseñanza es sensible a las
necesidades específicas de cada estudiante.
Las actividades de enseñanza–aprendizaje aprovechan
nuevas formas de aprender para involucrar a los estudiantes en el proceso de
aprendizaje, descubriendo y dominando el conocimiento existente y luego creando
y utilizando nuevos conocimientos.
3. OFRECER ACOMPAÑAMIENTO AL APRENDIZAJE
El aprendizaje efectivo requiere el acompañamiento
tanto del maestro como de otros estudiantes. Directores, profesores,
bibliotecarios, padres y otros involucrados en la formación de un estudiante
generan actividades didácticas, y aportan ambientes y espacios sociales y
culturales propicios para el desarrollo intelectual y emocional del estudiante.
Las actividades de aprendizaje se organizan en
distintas formas, a modo de que todos los estudiantes puedan acceder al
conocimiento.
En virtud de la diversidad de necesidades y estilos
de aprender se eliminan las barreras al aprendizaje y a la participación.
Antes de remover el acompañamiento, el profesor se
asegura de la solidez de los aprendizajes.
4. MOSTRAR INTERÉS POR LOS INTERESES DE SUS
ESTUDIANTES
Es fundamental que el profesor establezca una
relación cercana con el estudiante, a partir de sus intereses y sus
circunstancias particulares. Esta cercanía le permitirá planear mejor la
enseñanza, y buscar contextualizaciones que los inviten a involucrarse más en
su aprendizaje.
5. DAR UN FUERTE PESO A LA MOTIVACIÓN INTRÍNSECA
DEL ESTUDIANTE
El docente diseña estrategias que hagan relevante
el conocimiento, fomenten el aprecio del estudiante por sí mismo y por las
relaciones que establece en el aula con otros. De esta manera favorece que el
estudiante tome el control de su proceso de aprendizaje.
Es necesario propiciar la interrogación
metacognitiva para que el estudiante conozca y reflexione sobre las estrategias
de aprendizaje que él mismo utiliza para mejorar.
6. RECONOCER LA NATURALEZA SOCIAL DEL CONOCIMIENTO
La interacción social es insustituible en la
construcción del conocimiento, para lo cual es primordial fomentar la
colaboración y propiciar ambientes en los que el trabajo en grupos sea central.
El trabajo cooperativo permite que los estudiantes
debatan e intercambien ideas, y que los más aventajados contribuyan a la
formación de sus compañeros. Así, fomenta el desarrollo emocional necesario
para aprender a cooperar y a vivir en comunidad.
El estudiante debe saber que comparte la
responsabilidad de aprender con el profesor y con sus pares.
7. DISEÑAR SITUACIONES DIDÁCTICAS QUE PROPICIEN EL
APRENDIZAJE SITUADO
El profesor busca que el estudiante aprenda en
circunstancias que lo acerquen a la realidad, simulando distintas maneras de
aprendizaje que se originan en la vida cotidiana, en el contexto en el que él
está inmerso, en el marco de su propia cultura.
Además, esta flexibilidad, contextualización
curricular y estructuración de conocimientos situados, dan cabida a la
diversidad de conocimientos, intereses y habilidades de los estudiantes.
El reto pedagógico reside en hacer de la escuela un
lugar social de conocimiento, donde los alumnos se enfrenten a circunstancias
“auténticas”.
8. ENTENDER LA EVALUACIÓN COMO UN PROCESO
RELACIONADO CON LA PLANEACIÓN Y EL APRENDIZAJE
La evaluación no busca únicamente medir el
conocimiento memorístico. Es un proceso que resulta de aplicar una diversidad
de instrumentos y de los aspectos a estimar.
La evaluación del aprendizaje tiene en cuenta tres
variables: las situaciones didácticas, las actividades del estudiante y los
contenidos.
La evaluación parte de la planeación, pues ambas
son dos caras de la misma moneda: al planear la enseñanza, contextualizada al
entorno de los estudiantes, planteando opciones que permitan a cada quien aprender
y progresar desde donde está, el profesor define los aprendizajes esperados, y
la evaluación mide si un estudiante los alcanza.
La evaluación forma parte de la secuencia didáctica
como elemento integral del proceso pedagógico, por lo que no tiene un carácter
exclusivamente conclusivo o sumativo. La evaluación busca conocer cómo los
estudiantes organizan, estructuran y usan sus aprendizajes en contextos
determinados para resolver problemas de distintos niveles de complejidad y de
diversa índole.
Cuando el docente retroalimenta al estudiante con
argumentos claros, objetivos y constructivos sobre su desempeño, la evaluación
adquiere significado para éste pues brinda elementos para la autorregulación y
la mejora de sus aprendizajes.
9. MODELAR EL APRENDIZAJE
Los maestros son modelos de conducta para sus
estudiantes, por lo que han de ser vistos ejecutando los comportamientos que
quieren impulsar en ellos, tanto frente a sus estudiantes como compartiendo las
actividades con ellos.
Los docentes deben leer, escribir, buscar
información, analizarla, generar conjeturas y realizar cualquier otra práctica
que consideren que sus estudiantes han de desarrollar.
El profesor identifica en voz alta cada uno de los
pasos que realiza.
10. RECONOCER LA EXISTENCIA Y EL VALOR DEL
APRENDIZAJE INFORMAL
Los niños y jóvenes cuentan con diversas fuentes de
información para satisfacer sus necesidades e intereses.
La enseñanza escolar considera la existencia y la
importancia de estos aprendizajes informales. Los maestros investigan y
fomentan en los estudiantes el interés por aprender en diferentes medios.
Una forma de mostrar al estudiante el valor de ese
aprendizaje es buscar estrategias de enseñanza para incorporarlo adecuadamente
al aula. Los aprendizajes formales e informales deben convivir e incorporarse a
una misma estructura cognitiva.
11. PROMOVER LA RELACIÓN INTERDICIPLINARIA
La enseñanza promueve la relación entre
disciplinas, áreas del conocimiento y asignaturas.
La información que hoy se tiene sobre cómo se crea
el conocimiento, a partir de “piezas” básicas de aprendizajes que se organizan
de cierta manera, permite trabajar para crear estructuras de conocimiento que
se transfieren a campos disciplinarios y situaciones nuevas. Esta adaptabilidad
moviliza los aprendizajes y potencia su utilidad en la sociedad del
conocimiento.
El trabajo colegiado permite que los docentes
compartan sus experiencias y preocupaciones y puedan construir respuestas en
equipo sobre diferentes temáticas.
12. FAVORECER LA CULTURA
La enseñanza favorece los aprendizajes individuales
y colectivos. Promueve que el estudiante entable relaciones, que se comunique
con otros para seguir aprendiendo, y apoye de ese modo el propósito común de construir
conocimiento y mejorar los logros tanto individuales como colectivos.
El estudiante cuenta con oportunidades de repensar,
reconsiderar y rehacer; fomenta el desarrollo de productos intermedios y crea
oportunidades de retroalimentación copiosa entre pares.
Esto ayuda a que los niños y jóvenes sean
conscientes de su aprendizaje. El docente da voz al estudiante en su proceso de
aprendizaje y reconoce su derecho a involucrarse en éste, cultivando su
participación activa y su capacidad de autoconocimiento.
Los estudiantes aprenden a regular sus emociones,
impulsos y motivaciones en el proceso de aprendizaje, a establecer metas
personales y a monitorearlas, a gestionar el tiempo, las estrategias de estudio
y a interactuar con otros para propiciar aprendizajes relevantes. Se ha de
propiciar la autonomía del estudiante y, con ello, el desarrollo de un
repertorio de estrategias de aprendizaje, de hábitos de estudio, confianza en
sí mismos y en su capacidad de ser el responsable de su propio aprendizaje.
13. RECONOCER LA DIVERSIDAD EN AULA COMO FUENTE DE
RIQUEZA PARA EL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA
Los docentes han de fundar su práctica en la
equidad, mediante el reconocimiento y aprecio a la diversidad individual,
cultural y social como características intrínsecas y positivas del proceso de
aprendizaje en el aula.
También deben identificar y transformar sus propios
prejuicios con ánimo de impulsar el aprendizaje de todos sus estudiantes,
estableciendo metas de aprendizaje retadoras para cada uno.
Se fomentan ambientes de respeto y trato digno
entre los diferentes, pero iguales en derechos, donde la base de las relaciones
y el entendimiento sean el respeto, la solidaridad, la justicia y el apego a los derechos humanos.
Las prácticas que reconozcan la interculturalidad y
promuevan el entendimiento de las diferencias, la reflexión individual, la
participación activa de todos y el diálogo, son herramientas que favorecen el
aprendizaje, el bienestar y la comunicación de todos los estudiantes.
14. SUPERAR LA VISIÓN DE LA DISCIPLINA COMO UN MERO
CUMPLIMIENTO DE NORMAS
La escuela da cabida a la autorregulación cognitiva
y moral para promover el desarrollo de conocimientos y la
convivencia.
Los docentes y directivos propician un ambiente de
aprendizaje seguro, cordial, acogedor, colaborativo y estimulante, en el que
cada niño o joven sea valorado y se sienta seguro y libre.
FUENTE: S.E.P. (2017). Modelo
Educativo para la Educación Obligatoria (Primera). Ciudad de México:
S.E.P.
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