Sistema de representaciones del mundo (filosofía, arte, religión,
derecho, moral, ....) que utiliza la clase dominante para legitimar su posición
privilegiada frente a las clases oprimidas.
En
sociología se llama ideología a todo conjunto
más o menos sistemático de creencias que intentan explicar al hombre y el
mundo, a la vez que orientar su conducta a partir de ciertos valores aceptados
como correctos. En este sentido general, toda teoría del mundo es una
ideología: lo es tanto el punto de vista reaccionario como el conservador,
tanto el progresista como el radical (incluido el propio marxismo). En todas las sociedades encontramos
teorías del mundo o ideologías puesto que, como señaló Engels, "todo lo que mueve
a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas". Pero el marxismo añade a este concepto
general las siguientes peculiaridades:
a) entiende
la ideología de un modo tan amplio que acaba
identificando ideología con cultura; en la “Crítica de la economía
política” nos dice Marx que la ideología abarca el derecho, la política, la
religión, el arte, la filosofía, y (sugiere) hasta la misma ciencia;
b) las ideologías no describen al hombre y su situación en el mundo y la
sociedad de un modo correcto, sino de
un modo deformado, falso;
c) esa deformación en la descripción
del hombre es consecuencia del interés de la clase dominante por mantenerse en
su situación de dominio; como
nos dice Marx en “La ideología alemana” “las ideas de la clase dominante, son,
en todas las épocas, las ideas dominantes”. La clase dominante dispone de los
medios de producción material, pero también del control y producción de los
bienes espirituales, de la producción de la cultura, por lo que las ideas que
en una sociedad triunfen serán las que la clase dominante quiera que dominen;
d) las ideologías son un “producto
social”: los pensamientos de los hombres son consecuencia de la sociedad
en que viven, particularmente del orden económico vigente;
e) como
resultado de la tesis anterior, las
distintas formas de ideología (religión, política, filosofía) no tienen
historia ni desarrollo propio; esto quiere decir, por ejemplo, que una
historia de la filosofía que explique los distintos sistemas filosóficos a
partir de los problemas y las soluciones que los filósofos han presentado (una
historia “interna” de la filosofía) es una mala historia de la filosofía; la
“buena” historia de la filosofía debe mostrar la relación entre los sistemas
filosóficos que aparecen a lo largo de la historia y las circunstancias
económicas de las que son un reflejo.
Dada esta interpretación de la ideología como una forma de alienación, una de
las tareas fundamentales de la filosofía será la de desenmascarar el supuesto
carácter objetivo de las descripciones ideológicas; la filosofía se concibe
esencialmente como filosofía crítica. Esto es lo que intenta hacer el
marxismo, por ejemplo, con su crítica a la religión y a la economía política
clásica. Y es también lo que lleva al marxismo a creer que una de las tareas más
difíciles será lograr en el proletariado una conciencia de clase pues, dado el
control que tiene la clase explotadora de las distintas formas de producción
espiritual, lo más probable es que el propio proletariado defienda ideas que no
le convienen, ideas que son las que a la clase dominante le interese que
piense. La superación definitiva de las ideologías sólo podrá realizarse con la
desaparición de la explotación del hombre por el hombre.
En el siguiente texto, Karl Marx presenta el concepto de ideología como las representaciones que el
hombre se hace de la realidad ligadas a las condiciones materiales de
existencia, las condiciones reales en las que se desenvuelve la vida humana.
"Los hombres son los productores de sus
representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres son reales y actuantes,
tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas
productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus
formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser
consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la
ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara
oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la
inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso
de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la
filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de
la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se
representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado,
representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y
hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de
vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los
ecos de este proceso de vía. También las formaciones nebulosas que se condensan
en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso
material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones
materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y
las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia
de su propia sustantividad. no tienen su propia historia ni su propio
desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su
intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento.
No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del
individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde
a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la
conciencia solamente como su conciencia."
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